viernes, 8 de junio de 2012


IDENTIDAD 




 ¿QUE ES LA IDENTIDAD?  la identidad es la pregunta por: la vida, por ¿quien soy yo? o a ¿quien me parezco?




LA IDENTIDAD. Es el sentimiento de identidad de un grupo o cultura, o de un individuo, en la medida en la que él o ella es afectado por su pertenencia a tal grupo      o cultura.

El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de identidad. Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes. Este todo estructurado (pero plural y dinámico) de presuposiciones es lo que llamamos “doxa”. De manera similar a la manera en la que la presuposición de una declaración lingüística (“¿Cuándo dejaste de golpear a tu esposa?”) no puede ser objetada (puedes contestar “nunca pare” pero no “nunca la golpee” a menos que llames al otro mentiroso), la doxa de una cultura determinada no puede ser objetada (haciéndola en el proceso explícita, en tanto su eficiencia descansa en su carácter implícito) sin desafiar la legitimidad auto-evidente de la cultura y sus productores.

Identidad cultural como oposición a otras


Construcción de la Identidad Cultural
Características e ideas comunes pueden ser claras señales de una identidad cultural compartida, pero esencialmente se determina por diferencia: sentimos pertenecer a un grupo, y un grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. La gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas. En breve: si piensas que eres parte de la única cultura existente, entonces no te ves como parte de una cultura
Algunos autores han empezado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, academicamente esto es conocido como la "otredad".
La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual..

IDENTIDAD
Identidad es la respuesta a las preguntas quién soy, qué soy, de dónde vengo, hacia dónde voy. Pero el  concepto de identidad apunta también a qué quiero ser.
La identidad depende del autoconocimiento: ¿quién soy, qué soy, de dónde vengo?; de la autoestima: ¿me quiero mucho, poquito o nada?; y de la autoeficacia: ¿ sé gestionar hacia dónde voy, quiero ser y evaluar cómo van los resultados?
El autorretrato de la identidad. El ojo interno de la mente crea la identidad con la información que proviene de la experiencia en un proceso que dura toda la vida. Al responder a la sugerencia Socrática: Conócete a ti mismo y conocerás el Universo, la mente refuerza la identidad interconectando experiencia, vocación y filosofía de vida.
Efecto Pigmaleón. Pigmalión fue un rey que se enamoró de la estatua que había realizado. Logró que una diosa le diera vida y se casó con ella. Tuvieron un hijo pero ella tenía un corazón frío (de piedra) y una mente vacía, por lo que se separan. La moraleja es que la expectativa tiene más poder sobre la identidad que el pasado: si el deseo es grande el obstáculo se vuelve pequeño. Pero la profecía que se cumple requiere una autoestima  alta.

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Test de identidad. La calidad  depende del contenido del  compromiso,de su intensidad y de la extensión de la exploración. Abarca filosofía de vida incluyendo religión y política, relaciones familiares, con amigos,escuela, ocupación futura y del tiempo libre, destrezas personales,relaciones intimas. El logro se revela en el ejercicio práctico de la identidad.
Trampas comunes. Dispersión,  falta de foco.  Nos hacen sucumbir a la sobrecarga de estímulos e información que intentan atrapar nuestra atención, con ofertas que nos desvían del rumbo, o nos convencen de atender falsos problemas.
Falta de dirección. Es no saber qué hacer a continuación al cambiar de trabajo o  jubilarse. La dirección se logra inventando futuros, observando los pequeños placeres aparentemente desviados pero  que pueden ser las semillas de cambios futuros.
Exceso de flexibilidad. No conviene volverse adicto a la novedad por sí misma y a la respuesta rápida y superficial. No se logra una identidad fuerte sin cierta estabilidad.
Modelos de identificación. Hoy la identidad no está en el territorio por la globalización, ni en los viejos valores por la omnipresencia del consumo. Se perdieron los grandes relatos que brindaban racionalidad y visión holística a los que se aferraba  la identidad individual. La  democracia es formal: iguales como ciudadanos -un hombre, un voto-, desiguales como consumidores. Una mayoría de perdedores aplaude el discurso de los ganadores.

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